Un triduo es una práctica devocional en la Iglesia Católica que consiste en tres días consecutivos de oración, reflexión y celebración dedicados a un tema espiritual específico, una devoción particular, o en honor a un santo o festividad. Es una manera de preparar el espíritu y el corazón para un evento significativo dentro del calendario litúrgico.
Con gran gozo, como congregación, celebramos el triduo de la Preciosa Sangre. Tres días donde oraremos y reflexionaremos a partir de los testimonios y experiencias de nuestros hermanos y hermanas de esta gran familia. Hombres y mujeres vinculados a esta Espiritualidad compartirán sus vidas y experiencias de fe, formando parte del gran sueño que un día nuestra fundadora pidió a Dios bendecir mediante su Sangre Preciosa.
En este primer día, reflexionaremos sobre uno de los carismas en la evangelización de la Iglesia promovido por Madre María Magdalena Guerrero: la educación. Educar bajo la pedagogía de Dios implica confiar siempre en el Señor y dejarse formar por Él en el camino educativo.
A la pregunta “¿Cómo te identificas con nuestra Espiritualidad en tu vida, quehacer cotidiano, familiar y colegio?”, don Carlos Céspedes, Director Académico del Colegio Preciosa Sangre de Ñuñoa, nos comparte: “Cuando las dificultades o los desafíos del trabajo o la vida se hacen cuesta arriba, siento que la Sangre de Cristo derramada por amor a mí da sentido y razón a la lucha y el esfuerzo por superarme. Ahí es cuando, con más insistencia, busco una respuesta en el Señor que alimenta con esperanzas mi caminar”.
Nuestra vida de fe debe ser justamente lo que señala don Carlos: un constante reconocimiento del sacrificio amoroso del Señor por medio de su Sangre Preciosa. Sandra Márquez, Coordinadora del Programa de Integración Escolar del mismo colegio, comenta: “Me identifico con la Espiritualidad al mirar las situaciones diarias que acontecen en mi vida como muestra del amor de Dios, un padre acogedor, de Jesús como un hermano mayor que guía, acompaña y protege, y del Espíritu Santo como fuerza inspiradora para avanzar, sin acobardarse ante las dificultades, como lo hiciera la Madre Fundadora”.
Ser agradecido y valiente en la vida nos hace mejores personas, reflejando a Dios en nosotros. Nunca dejemos de agradecer cada regalo que la vida nos da, y pidamos siempre a Dios ser discípulos valientes para que, desde la educación, vayamos siendo formadores en una educación íntegra para nuestros niños y jóvenes desde la Preciosa Sangre.
En este segundo día, reflexionamos sobre la misión evangelizadora y pastoral en nuestra Iglesia. Desde la pregunta “¿Cómo te identificas con nuestra Espiritualidad en tu vida y en tu trabajo pastoral?”, la Sra. Myriam Figueroa, catequista de adultos del sacramento de la Primera Eucaristía en el Colegio Preciosa Sangre de Purranque, nos comparte: “Asumí esta responsabilidad de catequista con las Hermanas de la congregación Preciosa Sangre, profundizando mi fe, acompañándolas en la formación de evangelización cristiana en el colegio, ya que ellas han sido testimonio en nuestro pueblo de su entrega en la educación, favoreciendo a tantas familias”.
La Sra. Julieta Jiménez, también catequista en el mismo colegio, comenta: “Si hemos vivido la pasión y muerte de Jesús, ahora nos toca iluminar un camino de resurrección, identidad y compromiso con la Espiritualidad de la Preciosa Sangre. Nuestra misión hoy, como un pueblo herido por tantas situaciones de dolor, es ayudar a la reconciliación desde el encuentro con los hermanos y hermanas, y no permitir que las espinas y tribulaciones nos desanimen”.
El testimonio y la reconciliación son pilares esenciales en nuestra Espiritualidad. Dar un buen testimonio, uno real y no por aparentar, nos permite mostrar el verdadero rostro de Cristo. La reconciliación, vista como una acción conjunta con Dios, nos hace libres y sencillos, permitiéndonos hacer grandes cosas por Dios. Reflexionemos hoy sobre el testimonio que damos y cómo vivimos la reconciliación, ambos pilares de nuestra Espiritualidad de la Preciosa Sangre.
En este tercer y último día, reflexionamos desde el ámbito de la salud. A la pregunta “¿Cómo te identificas con nuestra Espiritualidad en tu vida y desde el ámbito de la salud?”, Cinthia Saldaña, Myriam Cerda, Patricia Muñoz, Inés Villegas y Nicolás Saavedra, de la Clínica Santa Cecilia, comparten en común: “Nos identificamos con la espiritualidad de la Preciosa Sangre en escuchar, comprender y ayudar a personas que nos rodean en el día a día, en el trato con las usuarias de la clínica psiquiátrica y colegas, siendo empáticos y respetando sus diferentes creencias y fe”.
Liliana Rodríguez y Jhamileth Sifuentes, de la Enfermería Casa Central en Santiago, señalan: “Nosotras mostramos nuestra espiritualidad empatizando diariamente con las hermanas de la comunidad a nuestro cargo y su sentir, sufrimiento y emociones, respetando sus ideologías religiosas y la forma en la que viven sus vidas”.
La empatía y el respeto son valores cristianos fundamentales que nunca deben perderse en nuestra sociedad. Desde nuestra Espiritualidad, estamos llamados a dar testimonio de estas actitudes cristianas. Al caminar y conocer el gran amor de Dios por nosotros, descubrimos que el buen vivir cristiano nos hace partícipes de esa Sangre Preciosa que se derrama en el madero Santo.
Jesús no muere en vano; su sacrificio amoroso tiene sentido a través de nuestras acciones. La invitación al terminar estos días de reflexión es que nos propongamos ser siempre mejores, dejándonos formar por Dios para contribuir a la construcción de su Reino en el mundo, en nuestros hogares y en nuestras familias.