Las Olimpiadas de la Congregación Preciosa Sangre se han consolidado como un evento clave para promover la unidad y el sentido de familia entre los cinco colegios de la congregación en Chile. Este año, la celebración tuvo lugar en Pichilemu, desde el 3 hasta el 5 de octubre.
El acto de clausura, llevado a cabo el sábado 5 de octubre, fue el escenario de la premiación a los deportistas destacados durante los tres días de competencia. El evento contó con la presencia de religiosas de la congregación, rectoras, directores académicos, profesores y estudiantes de las cinco delegaciones participantes: Colegio Santa Cecilia (Santiago), CPS Ñuñoa, Colegio Niño Jesús de Praga (Rancagua), CPS Purranque y el colegio anfitrión, CPS Pichilemu.
En esta instancia, Madre Elizabeth Arriagada, Superiora General de la Congregación, invitó a los jóvenes y al público presente a fortalecer los lazos de fraternidad y cuidar la experiencia de pertenecer a esta gran familia, siempre desde el respeto y la tolerancia.
Las disciplinas premiadas fueron tenis de mesa, fútbol, basquetbol, voleibol, danza y conocimiento. Cada una de ellas fue una oportunidad para fortalecer los lazos de fraternidad y unidad, valores que son el corazón de estas Olimpiadas.
Bajo el lema “Vamos siguiendo tus huellas,” la congregación reafirmó su compromiso con el desarrollo integral de los jóvenes, promoviendo el deporte, la competencia y la amistad como una herramienta de crecimiento personal y comunitario. Uno de los momentos más especiales de esta edición fue la noche pastoral, centrada en el lema de las Olimpiadas, que permitió a los asistentes reflexionar sobre la vida y legado de nuestra fundadora Madre María Magdalena Guerrero Larraín.
Al concluir la ceremonia, se anunció que la próxima edición de las Olimpiadas se llevará a cabo en el Colegio Niño Jesús de Praga de Rancagua en 2025.
Extendemos un especial agradecimiento al equipo organizador del Colegio Preciosa Sangre de Pichilemu, reconociendo el trabajo conjunto de las religiosas, directivos, profesores, asistentes de la educación y apoderados, quienes se prepararon para recibir a más de 300 jóvenes con un cariño y dedicación propios de una familia.