En uno de los pensamientos (N° 17) que nos dejó nuestra Madre Fundadora, ella reflexiona sobre el heroísmo de Cristo en la cruz y se pregunta: ¿Cómo agradecer tanto amor? Parte de su respuesta es clara: “A fin de que viva y muera en la Cruz contigo”. Hoy, en el aniversario de la fundación de nuestra Congregación Preciosa Sangre, celebramos con alegría y gratitud, continuando nuestra misión en la Iglesia, sirviendo desde lo social y lo pastoral.
Desde nuestros inicios, el sello de la Preciosa Sangre ha sido nuestra guía y nos ha bendecido en la construcción del Reino de Dios en nuestro país. La invitación de nuestra fundadora a vivir y morir en la cruz con Cristo ha marcado cada paso de nuestra misión. Vivir desde la cruz nos invita a recordar la entrega generosa de tantas hermanas, que con amor incondicional han servido en los diversos apostolados. También, nos invita a reconocer el aporte de los laicos que, a lo largo de los años, han compartido este caminar con nosotras.
Ser cálices de vida, como nos enseña nuestra espiritualidad, nos recuerda que hemos sido portadoras de amor y esperanza para quienes nos rodean. Sin embargo, también reconocemos los momentos difíciles, en los que no hemos cumplido con lo que se esperaba de nosotras, cuando hemos fallado. En esos momentos, hemos dejado de ser cálices de vida, pero nunca hemos abandonado la cruz.
Desde allí, nuestra historia se ha moldeado: desde la cruz hemos recibido innumerables bendiciones, amor y compañía. En la cruz hemos encontrado la fortaleza cuando nuestras fuerzas humanas flaqueaban. Y desde la cruz pedimos la gracia, la fortaleza y la sabiduría del Espíritu Santo para seguir adelante con nuestra misión evangelizadora.
A lo largo de este caminar, María Santísima ha sido nuestra fiel compañera, guiándonos con la ternura de una madre y dándonos confianza como hijas e hijos de Dios. Madre María Magdalena Guerrero, nuestra fundadora, nos ha enseñado a contemplar al Crucificado, no solo en su dolor, sino también en su inmenso amor y entrega generosa.
Hoy, agradecemos por estos años de historia junto a la cruz. Gracias, Señor, por tu Sangre Preciosa que ha marcado nuestro camino, y por permitirnos ser parte de la historia de tu pueblo en esta tierra bendecida. Gracias, Señor.