Desde el corazón de sus hermanas: siguiendo sus huellas, caminando junto al Señor
Elevamos hoy nuestra oración a Madre María Magdalena Guerrero. Conmemoramos su Pascua, recordando el día en que fue llamada por Dios a sellar su amistad con Él en la Preciosa Sangre de su Amado. A lo largo de estos tres días, hemos reflexionado sobre su vida y legado, destacando su carácter como una religiosa visionaria, con convicción y valiente.
No hay mejor testimonio que el de quienes desean seguir su legado evangelizador con el sello de la Preciosa Sangre. Estas virtudes nos llevan a reconocerla como una verdadera discípula del Señor. Sus hermanas nos han ayudado a contemplarla con otros ojos, lo cual es un don hermoso dentro de la Iglesia. Aunque Cristo es nuestro único y gran referente, también necesitamos de hombres y mujeres que, desde sus vidas de gozo y sufrimiento, nos muestren el camino junto al Señor.
Madre María Magdalena fue una mujer visionaria, con convicción y valentía, que superó miedos y se dejó guiar por las manos de Dios. Siguiendo sus huellas, estamos llamados a ser visionarios en todas las áreas de nuestra vida, respondiendo al clamor de la Sangre ante el sufrimiento ajeno. Si nos sabemos amados por Dios, ¿cómo podemos mejorar nuestras relaciones con los demás? Este es un ejercicio de autoexamen: mirarnos, conocernos, perdonarnos y mejorar.
Finalmente, reflexionemos sobre cómo hoy estamos llamados a ser valientes y defender con convicción nuestros valores cristianos en una sociedad donde, en algunos ambientes, Dios no tiene lugar. Sigamos caminando tras las huellas de Madre María Magdalena Guerrero, aprendiendo de ella y enamorándonos de esta hermosa espiritualidad que nos otorga la gracia de Dios. Dejémonos abrazar y acoger por Aquel que nos ama desde la cruz, bajo su Preciosa Sangre.