Reflexión de P. Claudio Varas, Encargado formación Espiritualidad de la Preciosa Sangre.
Cuando recordamos la vida y obra de alguna persona que ha partido junto al Padre, siempre es bueno pedir por su descanso eterno y recordar con gratitud lo que fue el paso de su vida por nuestra historia. Sin lugar a duda el paso de nuestra Madre Fundadora, marco un caminar para muchas de sus Hermanas en su tiempo, pero también para la Iglesia de nuestro querido Chile, y para cuantos y cuantas la conocieron.
Con su vocación religiosa va creciendo una Espiritualidad que nos ha acompañado por varias generaciones. A veces a los fundadores/as de las comunidades religiosas no los llegamos a conocer ni a entender a cabalidad. Son hombres y mujeres con una mirada en Dios que trasciende lo que el resto podemos llegar a ver. En este día quiero compartir dos miradas tan humanas y tan divinas de nuestra Madre Fundadora.
- El servicio: “Aprovecharé todas las ocasiones que se me presenten para servir a los demás, y sin hacer sentir el peso del reconocimiento, antes, por el contrario, tendré mucha satisfacción para proporcionarle a los demás”. Pensamiento N° 36 de nuestra Fundadora. Que hermoso es descubrir en tanta gente este sentimiento y voluntad de ir en ayuda de los demás. Es sin duda la manifestación de Dios en tantas personas en hacer el bien sin esperar reconocimiento.
- La gratitud: “¡Oh cuán amable eres! Siempre seréis mi gloria, mi esperanza, mi felicidad, y el único objeto de mi amor”. Pensamiento N° 32 de nuestra Fundadora. Que humano y divino es siempre dar gracias a Dios por tantas maravillas en nuestras vidas.
Descubrir el amor de Dios por nosotros y reconocerlo, nos hace tan hijos e hijas de Dios que esta relación se cimentará en la confianza y agradecimiento. Sin duda en el ir conociendo a nuestra Madre Fundadora podemos reconocer cuantas más cualidades, actitudes, y enseñanzas en la vida de fe de parte de ella. Nuestros fundadores y fundadoras no son superhéroes que nunca sufren, que nunca tropiezan, que nunca se equivocan. Son hombres y mujeres que desde sus propios miedos y dudas dan ese paso de fe en colocar sus vidas a la misión y al proyecto de Dios para la construcción del Reino. En el servicio y la gratitud lo hizo nuestra Madre Fundadora.
Con esos pequeños, pero tan GRANDES actos de servir y agradecer siempre a Dios fue una colaboradora en su tiempo a la misión de la Iglesia. La pregunta para reflexionar desde nuestras vidas. La dimensión de servir a los demás, sin esperar reconocimiento alguno ¿Es parte de mi ser cristiano? ¿Soy siempre agradecido/a de Dios por tantas bendiciones en mi vida y en la de mis seres queridos, familia, congregación? Cuanto tenemos que aprender de nuestra Fundadora, pidamos a Dios descubrir en ella una Hermana Mayor en nuestra vida de fe y alegría de sabernos amados y amadas por Dios.